Una precampaña neandertal

por luís villamor

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¿Qué hemos aprendido en la precampaña? Las matrices argumentales son de este jaez: ya se puede matar a los recién nacidos en New York (PP), aunque luego Suárez Illana, especialista en neandertales decapitadores de niñ@s, por si había dudas, nos aclaró que se había equivocado, que había metido la gamba. Y que, llegado el caso y la urgencia, siempre te quedará un finde en Londres para abortar, si llega el PP al poder. La sugerencia la ha hecho el campeón del mundo en la modalidad de lanzador de huesos de aceituna y secretario general del PP, Teodoro García Egea.
Hemos conocido desafíos de discoteca: nadie se atreverá a aguantarle la mirada a José María Aznar, por eso de la «derechita cobarde», que le espeta la extrema derecha a la derecha extrema…
También que Pablo Casado (PP) ha mandado a tomar «por el Exterior» a su hipotético socio de Cs, Alberto Carlos Rivera. Y que éste, en malévola compensación, lo ha puesto en la tele al frente del ministerio de Universidades.
Que hay «buscadores de huesos», los de nuestros antepasados, por ejemplo, que hayan sido fusilados con el golpe del 36 (Vox), y se encuentren en una cuneta o fosa, de las cientos y cientos que están pendientes de apertura en este país.
En clave foro coches, Casado ha hecho una excursión infantil por su afición a los utilitarios, e incluso ha interpelado al respecto a los niños. A las chicas, no, que los roles son los roles, y eso de los secretos de las cuatro ruedas se lo anota en exclusiva en el tablero de su conservadora masculinidad.
Hemos conocido, y solo nos ha sorprendido a medias, que el ministro Josep Borrell no encaja bien. Que tiene dificultades para moverse en un marco que no sea el que él ha establecido, cuando se le hacen preguntas molestas, por parte de periodistas avezados. O sea, que hacen su trabajo, y no están para formularle las preguntas que hubiera deseado que le hiciesen.
Demasiados políticos acostumbrados a que se las pongan como a Felipe II. Y no contento con la espantada en medio de la entrevista para una cadena alemana (solo retomada por consejo de sus asesores), remata la jugada hoy, en Quito, con un palmario ejercicio de egolatría: «Bastante paciencia tuve. A esta clase de personajes de vez en cuando hay que pararles los pies». Y es que de los presos del procés no quiere ni oír hablar. Ministro campando por sus fueros entre el erosionado maizal del periodismo patrio.
Alberto Núñez Feijoo también ha recibido su regalo, más o menos envenenado, de un supuesto Casado ganador el 28 de abril. Si la oferta de trabajo a Rivera fue de ministro de Exteriores, la efectuada a Feijoo constituyó un cheque en blanco. Será lo que quiera. Incluso presidente del PP, si Casado se estrella en las urnas, aunque no llegó a este grado de explicitud y compromiso. ¡Se verá!
Una precampaña muy instructiva, más esclarecedora que un voluminoso programa económico y social, del que, excepto Sánchez, Iglesias y adláteres, parecen huir todos los demás, portadores del prioritario estandarte del artículo 155 para Catalunya.
Mejor espectacularizar, sí. Pero sucede que esto no es exactamente un espectáculo, en el sentido guydebordiano. Es un sainete tragicómico, con inequívocos ribetes de reality gótico. La caspa, la naftalina y el ciprés se han adueñado de un paisaje preelectoral, ya de por sí sombrío para desempleados, mujeres, trabajador@s y demediadas clases medias. Éramos pocos y han entrado en juego los neandertales.