Sánchez, Rajoy, Feijoo y un barco de lesa europeidad

por luís villamor

 

Se lleva lo transversal, mientras el dinero no tiemble, claro. O precisamente para eso. Triunfan las reinterpretaciones socioliberales, las vueltas de tuerca lampedusianas, en constante reciclaje. De morir de algo, morir de éxito. Es quizá a donde apunta Pedro Sánchez con su Gobierno orbital, más neoliberal que socialdemócrata, como buen político Bilderberg.
Se lleva lo aseado, combinado con lo contradictorio y hasta lo frívolo: una reformulación de la cultura mosaico (Moles), construida con teselas más o menos biodegradables.
Lo mejor del nuevo Gobierno: el salto femenino, cuantitativo y cualitativo, que supone una justa reparación histórica, y que ha hecho enmudecer a los sectores más conservadores de la sociedad, interesados, como mucho, en un feminismo de márketing, pródigo en charlas de oportunidad; adosado estratégicamente a lo políticamente correcto.
No se trata de haber encajado con calzador a un grupo de mujeres, cremallera política en mano, sino de elegir entre un núcleo cualificado, que ha demostrado con anterioridad eficacia europea y autonómica en la gestión del laissez-faire y el laissezpasser. Pues no se pretende inventar la pólvora. El socialismo ya no está para eso.
Lo de las ministras fue lo mejor. Lo del barco Aquarius con más de 600 migrantes rumbo a Valencia, que llegará este domingo a puerto, ha sido el golpe de efecto internacional que necesitaba Sánchez para prestigiar su Ejecutivo y, de paso, restablecer la idea de una España solidaria, que recupera ahora la sanidad universal, y que ha bajado muchos enteros en el ránking de prestigio europeo, por la larga marcha de los ajustes y la corrupción pepera. Aunque en este caso, es el Viejo Continente, oblícuo e indolente el que se ha hundido en el infierno de la vergüenza.
Coraje, ciudadanía y civilidad, para evidenciar que la Europa de la doble identidad, humanista y colonialista, civilizadora y opresiva de los años 50, que tanto rechazo causaba a los intelectuales de izquierda, es todavía un lugar preñado de esperanza. Porque Europa también es la madrastra que se ausenta de la Eurocámara, en un noventa por ciento, cuando se trata de debatir el caso del Aquarius. ¿O debemos decir crimen de lesa europeidad?
Sánchez ha devorado en siete horas al ministro de Cultura, Màxim Huerta, nombrado con tanta celeridad como ha sido depuesto, por su complicado pasado fiscal. Se fue disparando contra la «jauría» que supuestamente lo ha sometido durante seis días a persecución implacable. No hay margen para la frivolidad. Se fue menos ejemplarmente de lo que cabría suponer. Lo que nadie ha explicado nunca lo suficiente es por qué vino. Unas horas después, Mariano Rajoy ha decidido renunciar al acta de diputado y volver a su despacho de registrador de la propiedad en Santa Pola. Pierde la inmunidad parlamentaria en estos procelosos tiempos de caja B. Pero, ¿es que realmente se había ido? Y mientras tanto, en Santiago de Compostela, Alberto Núñez Feijoo coteja fuerzas y apoyos. Su rival más poderosa, Soraya Sáenz de Santamaría. Feijoo está a un pasito de decir: ‘sí, quiero’. La prepotencia madridista en el fichaje de Lopetegui, con silbidos incluidos del público vip del palco del Bernabeu a un periodista de la Cadena Ser, resulta ilimitada. Lopetegui no es que pasara de la Selección es que optó raudo por la minuta de Florentino. Como patriotas de almoneda.